domingo, 19 de junio de 2011

Father and son.

domingo, 5 de junio de 2011

LLegó la Revolución.

                                                                             
Hoy estuve por Plaza Cataluña para ver de cerca el rostro de eso que se ha dado en llamar Spanish Revolution, Revolución de los Indignados, etc. Hubo algo que enseguida me llamó la atención: el estado de deterioro y destrucción de la plaza. No pude dejar de pensar en experiencias pasadas, en otra revolución, allá por el Caribe, una que derribó monumentos, desmontó arboledas, desecó ciénagas, y a la postre terminó destrozando vidas. Aquí, en plaza Cataluña, todo marcha aún en un estado embrionario, pero el deterioro de la plaza, único espacio de poder físico de estos revolucionarios, parece augurar la tormenta que se desataría si llegaran, como en aquella isla caribeña, a ostentar un poder mayor. A esto se suma la indiferencia con que los revolucionarios indignados, o viceversa, parecen asumir dicho deterioro.
  Los revolucionarios son una especie única, tan llenos de pasión, con un sentido de la historia tan romántico, y no es que no les falten razones para estar indignados, esa es otra historia, cuando hablan, casi siempre declaman, parece que lo hacen en nombre de Dios, lo que en lengua revolucionaria se traduce como “en nombre del pueblo”, pobre del revolucionario que no hable en nombre del pueblo asi sea para tirarse un pedo. El revolucionario adora las asambleas, el panfleto y las teorías conspirativas, siempre hay una gran potencia, países o instituciones a los que combatir y mostrarles la furia del pueblo. Curiosamente fenómenos como esta Spanish Revolution sólo son posibles en países donde existe un mínimo de garantías democráticas, da igual que estas garantías sean reales o aparentes, el resultado es más o menos parecido, las instituciones de gobierno toleran las manifestaciones ya sea porque las entienden como un derecho, o porque le interesa aparentar tolerancia para mostrar una cara democrática al mundo.  Una parte significativa de ser revolucionario es vestirse como uno, cuanto más extravagante y singular mejor, no falta una camiseta del Che, una gorra verde olivo, unos pelos largos y un aspecto de no haberse bañado en siglos, con el correspondiente olor, también hay gente con un aspecto más ordinario, estudiantes en su mayoría, por lo general gente honesta con inquietudes políticas, cuya suerte y destino, en caso de que los revolucionarios llegaran al poder, es el de tontos útiles, la oposición y el exilio,  en ese orden, aunque hay quien no pasa por los tres estadios, el mayor defecto de un revolucionario es su honestidad a través de ella queda sellado su destino.
El revolucionario es un amante del arte, ha inventado hasta estilos, quién no recuerda el “realismo socialista” o “la nueva trova”,  en plaza Cataluña había un trovador con aspecto andino que guitarrazo tras guitarrazo le recordaba al público que “el pueblo unido jamás  será vencido”, poesía en estado puro, alrededor un público extasiado lo escucha convencido de asistir a un momento histórico extraordinario, quien les iba a decir que este año se iban a ahorrar el pasaje a Cuba, ya no hace falta ir tan lejos para hacer turismo revolucionario, la revolución ahora transcurre en el patio de casa.
Han ido pasando los días desde que comenzó esta revolución, ha habido cargas policiales, aún no hay mártires pero podrían aparecer en cualquier momento, las revoluciones necesitan de ese combustible. Sobreabundan las propuestas para repartir la riqueza (ajena) y brillan por su ausencia las que pretenden que se genere riqueza, no faltan las que abogan por liquidar las instituciones democráticas, que es cierto distan mucho de ser ideales, pero en su lugar solo proponen el caos y la anarquía, reservando, de paso, el derecho a administrar ese caos, seguramente, a un revolucionario iluminado y de honestidad (ya se sabe que es la mayor debilidad de la especie) a toda prueba.
Resumiendo, más de cuatro millones de parados es razón más que suficiente para estar cabreados, es una buena noticia que muchos ciudadanos expresen su malestar y le manden el mensaje a los políticos de que deben hacer algo, y por último: en general la fauna que ha decidido instalarse en plaza Cataluña me recuerda demasiado, por sus maneras y el contenido de su discurso, a aquellos lobos disfrazados de corderitos que se hicieron con el poder en Cuba hace más de cincuenta años y que han llevado a la ruina no sólo al país sino también a sus ciudadanos, con el consiguiente coste en dolor y sufrimiento.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
 

Large Visitor Globe
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 United States License.