lunes, 29 de junio de 2009

El héroe, el villano y la teoría de la relatividad.

No recuerdo que edad tendría yo por aquel entonces, sé que era un mocoso de pelo rubio y lacio, cachetes rosados, eso mismo que están pensando, me parecía al niño que salía en la etiqueta de aquellas compotas rusas de los años 70, para completar tenía los ojos azules, ojos de gato como decía alguno de mis amigos, no se bien si por joder o por envidia, eso ya no importa. En aquellos días no era extraño ver en el televisor de casa, de una marca rarísima, norteamericano de los años 50, a Fidel hablando durante horas y horas, mis padres lo ponían a toda voz y no se movía nadie hasta que no terminara el discurso, mientras tanto yo me la pasaba jugando, entre los sillones de la sala, con indios y vaqueros , figuritas de plástico, que en su mayoría fueron heredadas de mi hermano, y mas viejas que Matusalén, un tesoro que a un hoy, en mis 40, no dejo de recordar con añoranza. De vez en cuando me sentaba en uno de los sillones y me ponía a escuchar al comandante, entonces entraba en un estado casi de trance, no recuerdo si entendía de lo que hablaba, pero en mi cabeza se iba formando una imagen, que estaba muy cerca de lo que sentía por Súper Ratón, aquel animado de Disney que tanto me gustaba y que desapareció un buen día de las pantallas de los televisores para ceder su lugar al tío “Stiopa”. Nunca me he podido explicar como era posible que estuviera tanto tiempo frente al televisor escuchando las cifras interminables de la producción de leche, con record incluido de Ubre Blanca, la vaca mártir de la revolución, la próxima agresión del imperialismo yanqui y un largo etc. Sería el tono de voz, la cadencia o la teatralidad que desplegaba Fidel en los discursos, ahora que soy un adulto y muy lejos de aquella fascinación que sentía por él, he vuelto a ver discursos de los años 70 y la impresión que me da es la de un demente, si le quito el audio es peor, parece una comedia, las muecas, los gestos exagerados, lo curioso es que muchos años después vi un fenómeno parecido en mi hijo, se quedaba idiotizado delante del noticiero, y eso que apenas sabia hablar. Alguien debería encargarse de estudiar esto. Recuerdo la primera vez que lo vi en persona, fue un día que mis padres me llevaron a la Plaza de la Revolución, había una concentración multitudinaria. En el pueblo, camiones y autobuses por todos lados esperaban llenarse para salir en caravana rumbo a La Habana, un jeep ruso, como los que usaba Fidel, con un altoparlante en el techo, recorría las calles desde mucho antes del amanecer arengando a todos a ir a la plaza, eso alternado con marchas y consignas de todo
tipo, era imposible no escucharlo. En casa estábamos en pie desde temprano, como de costumbre nos despertamos con el sonido de radio reloj, preparando todo para el viaje, agua y merienda. Mi padre tenía carro, un Skoda gris metálico e iríamos en el a la concentración, una vez en La Habana nos reuníamos con la gente del pueblo, pues cada municipio tenía reservado un sitio de reunión en la plaza. Mi madre, como siempre, era la última en estar lista para salir, siempre a sido muy presumida, así que tardaba en adornarse, como le gustaba decir, en aquella época mucha gente la tildaba de burguesa, de modo despectivo. Mi madre, que decidió abrazar el comunismo y confiaba en que ayudaba a construir la sociedad mas justa que se pueda imaginar, no renunciaba a vestirse con ropa de calidad y cuidar su bien surtido ropero, eso contrastaba con el estilo de la época donde, yo diría que se hacia una apología de la marginalidad, vestir como un obrero que regresa del trabajo o como un machetero que va para la caña era parte del look revolucionario , esos fueron los años en que empezó un fenómeno muy curioso, a juzgar por lo que la gente ponía en sus biografías, todos los cubanos teníamos un origen obrero - campesino, nadie venía de un hogar de clase media y mucho menos burgués, lo curioso es que con el tiempo lo del look revolucionario paso de ser un estilo a convertirse en la única opción, hasta para mi madre. Cuando todos estuvimos listos partimos rumbo a La Habana, la carretera central estaba congestionada, aún no existía la autopista y todo el tráfico era por esta vía. Aparcamos por Boyeros bajo un sol abrasador y las calles atestadas de gente, mi padre me sujetaba fuertemente de la mano no me fuera a extraviar, me dieron una banderita cubana sujeta a un palito de madera. Después de caminar como una hora, no habíamos dado con la gente del pueblo así que mis padres decidieron parar y situarnos en un portal que estaba algo elevado y se podía ver por encima de la gente, que colmaba la acera y formaba una barrera casi infranqueable. Unas personas que estaban cerca de mi comentaron cuando me vieron “ya llegaron los rusos” era por mi cara de niño de compota rusa, yo debía parecer un bombillo encendido, con el calor de aquel día, recuerdo que fue en la tarde, cerca de las 4 o las 5, esa frase no se me ha olvidado, no se por qué. Para matar el tiempo me entretuve jugando con mis indios favoritos, en una maceta con flores que había por allí. Del juego me sacó el sonido de unas sirenas. Mi padre me tomó en brazos y me puso sobre sus hombros, de manera que tenia una visión privilegiada, a lo lejos se veían venir unos “caballitos” como le decíamos a la motorizada, tras ellos un montón de carros, cada vez estaban mas cerca de nosotros, la gente se agolpaba en las aceras, los que estaban sentados se ponían de pié y se podía ver a ambos lados de la avenida un mar de gente agitando banderitas de colores. Ese espectáculo visual se me ha quedado grabado, y me imagino que no es por gusto, a lo largo de mi vida lo tuve que ver varias veces al año, durante muchos años de mi vida, lo único que cambió es que, en la medida que me fui haciendo mayor, cada vez me situaba mas lejos de la primera línea hasta que finalmente termine por darle la espalda. Ya pasan frente a nosotros los primeros carros, se acerca el conocido jeep ruso del comandante, viene en uno descapotado, a su lado viene un hombre que parece extranjero, muy blanco y con el rostro encendido, como yo, en traje y corbata, agitando la mano y diciendo adiós al público, Fidel le susurra algo al oído, se le ve sonreír, se oyen gritos de viva Fidel entre la multitud, mi cabecita de niño empieza a volar, entro en estado de trance y mi mente se marcha lejos, alguien a mi lado saca un arma para dispararle a Fidel, lo veo y me asombra que nadie más se percate de lo que esta a punto de suceder, salto desde los hombros de mi padre, caigo sobre el presunto magnicida y con unos golpes de karate lo desarmo e inmovilizo, se hace un circulo a mi alrededor, nadie sale huyendo , todos me miran, tengo todo bajo control mientras llegan los agentes de la seguridad, Súper Ratón pasa volando y desde lo alto me hace un guiño de complicidad, habría sido mas apropiado que apareciera el tío “Stiopa”, pero la verdad es que no se apareció por todo aquello, a mi lado la multitud aplaude entusiasmada. De repente siento que alguien me toma bajo los brazos y me levanta en peso, salgo de mi ensoñación y me percato de que es mi padre que me baja de sus hombros, solo alcanzo a divisar la caravana de carros que se aleja de nosotros, alrededor todos se marchan, han sido solo unos minutos lo que a durado esta visión, un mar de banderitas yace en el piso y son pisoteadas por una multitud indolente, tengo hambre, sed y estoy cansado. Regresamos al carro, caigo rendido en el asiento de atrás y no despierto hasta que no llegamos a casa, en el camino vuelvo a soñar con Fidel, Súper Ratón y el magnicida, me siento feliz recreando la escena.

Ese sueño se repetiría más de una vez a lo largo de mi vida, solo que con el paso del tiempo la sensación iría cambiando drásticamente, el sueño paso a convertirse en pesadilla, una especie de disparate de la mente infantil, hasta vergüenza me produce aceptar haber tenido alguna vez semejante fantasía. Enciendo la TV y veo a un niño cubano, de cachetes rosados, pelo lacio y ojos azules, en una tribuna, hablando, como un autómata, de las bondades del socialismo, de lo mucho que quieren a Fidel los niños cubanos, y no dejo de preguntarme, cuántos desengaños necesitará para desalojar de su cabecita semejante pesadilla. Pienso entonces en Súper Ratón y mis indios de plástico, ellos nunca me defraudaron, aún siguen siendo héroes de verdad, protagonistas de batallas interminables, donde triunfa el bien y ganan los buenos, siempre listos para llenar la mente de un niño de auténticos sueños.

viernes, 26 de junio de 2009

¿Cómo lo hicieron ellos? (1)


Polonia, el fenómeno "Solidaridad".
Estaba buscando informacion sobre los origenes del sindicato "Solidaridad" con la idea de entender como habian logrado derrocar al comunismo y di con un sitio del gobierno polaco donde se narra el curso de los acontecimientos que ocurrieron entre el 14 de agosto de 1980 y diciembre de 1981. Me parecio sumamente interesante pues ademas de la cronología de hechos que se describen , se pueden leer la visión de algunos de los protagonistas de aquellos dias, figuras del entonces gobierno polaco, dirigentes de solidaridad, de la iglesia católica, obreros, fragmentos de decisiones tomadas por el gobierno, o informacion de la posición del gobierno Soviético y sus recomendaciones al gobierno polaco acerca de como manejar la crisis. En el presente post incluyo solo un fragmento que en la pagina original esta diseñado en forma de multimedia, los invito a acceder a dicha pagina haciendo click sobre el titulo del post. Agradezco si algun comentarista tiene o encuentra informacion que amplie la presente que por favor la incluya en los comentarios o el link para acceder a ella, la idea que tengo es crear una especie de base de datos donde todos los interesados en el triunfo de la democracia en Cuba puedan acceder a informacion donde hallar las herramientas necesarias para promover dicho cambio. Gracias.



Diario de Independencia núm. 1

14 de agosto 1980 (jueves)

* Los obreros de los Astilleros Lenin de Gdansk interrumpen el trabajo. Se convoca el Comité de Huelga.

* Postulados principales: readmitir en el trabajo a Anna Walentynowicz y a Lech Walesa, activistas de Sindicatos Libres despedidos, no reconocidos por el Estado; erigir un monumento a los obreros de los astilleros caídos durante la protesta de diciembre de 1970; subida de salarios.




Jerzy Borowczak (obrero de los Astilleros):

Llegué a los Astilleros a las 4.15. Después de colgar los carteles preparé las octavillas, tenía 500 ejemplares y a cada uno que entraba en los astilleros, le daba una octavilla diciendo: “¡Toma y leela! Hoy todos los astilleros están en huelga”.

Nos reunimos unas 30 personas y marchamos. Dos colegas que van al frante llevan un cartel. La gente sale de todas partes para ver qué pasa. Les gritamos: ”¡Parad las máquinas y venid con nosotros!”. Muchos se nos unen. Ahora, formando ya un grupo numeroso, pasamos el puente. [...]

Éramos ya más de 1000 personas, la manifestación crecía de tal manera que ya no se veía su final. Yo me subía, de vez en cuando, a algún poste para ver dónde acababa la manifestación. Entonces ya estábamos seguros de que lo íbamos a conseguir. La gente salía de las bodegas, de los buques, subía las escalas, en lo alto, nos veía, y bajaba. Así que veíamos que por momentos éramos más y más. […]

Subimos a una excavadora que en seguida fue rodeada por la muchedumbre. Pronunciamos un discurso: ”Tenemos que elegir el comité de huelga. Necesitamos personas de confianza que tengan autoridad en sus brigadas. Que se presenten.”. Entonces apareció el director con su séquito, le invitamos a la excavadora y le ayudamos a subir. Cuando el director empezó a hablar, de pronto, apareció Leszek Walesa, se acercó por detrás al director y con una voz grave le preguntó: ”¿Me reconoce usted? Trabajé diez años en los Astilleros y sigo sintiéndome obrero de los astilleros, porque tengo la confianza del personal. Ya llevo cuatro años sin trabajo”. Y después dijo: ”Empezamos una huelga de brazos caídos”
..................................................................................................................continuará.

(haga click sobre el título del post para ver fuente y multimedia completa)

jueves, 25 de junio de 2009

La banda sonora de mi vida



A mi hermano le debo el gusto por la música y en especial por el rock. La música inunda toda la casa, mi hermano esta sentado frente al tocadiscos Sanyo , el primer tocadiscos más o menos decente que entro al país después de la revolución, obsesivamente mide la distancia entre los altavoces y calcula donde poner el sillón para que el sonido llegue a él con la calidad óptima, hace marcas en el piso con lápiz para saber exactamente donde van los altavoces y asegurarse que no se han movido de lugar , se sienta y comprueba una y otra vez si lo escucha bien, revisa la aguja, le quita el polvo con un pincel , busca el disco de Woodstock lo examina detenidamente asegurándose que este limpio , si no es así lo lava con agua y jabón, eso no deja ni una partícula de polvo. Aquellos discos eran un tesoro conquistado a fuerza de mucho sacrificio, no se conseguían en ningún lugar, no se vendían en las tiendas estatales de discos, que además eran las únicas tiendas, pues todo era estatal, casi siempre llegaban al país de manos de un marinero, diplomático o familiares de diplomáticos, músicos o funcionarios del gobierno que salían al extranjero, allí los compraban, unas veces con la idea de revenderlos en Cuba y otras por simple placer. Una vez en el país pasaban de mano en mano de forma clandestina, se vendían a precios elevadísimos en el mercado negro y costaba mucho localizarlos, no había un catálogo para escoger, había que fajarle a lo que apareciera, de manera que quien lograba entrar en posesión de uno de aquellos discos, sentía que eran mucho mas que una placa de vinilo, llena de surcos. Yo sentía y aún siento una gran veneración por aquellas placas, las portadas con una estética tan diferente al mundo en que vivía, llenas de colores e imágenes llamativas, plagadas de nombres que entonces me sonaban raros, como, Santana, Rush, Black Sabbath, Deep Purple, Led Zeppelín, Emerson Lake and Palmer, King Crimson, Osibisa, The Doors, Pink Floyd, una lista interminable. Cuando todavía yo correteaba en calzoncillos por la casa y apenas balbuceaba unas pocas palabras, los Beatles colmaban todo mi espacio sonoro, de esa manera nadie se sorprendió que aprendiera mis primeras palabras en Inglés a temprana edad “don´t let me down”. Cuando mi madre llamaba a comer nos sentábamos a la mesa con Jimi Hendrix de fondo, en Woodstock, tocando “Star Spangled Banner”, aquel sonido envenenado no era precisamente lo mejor para la digestión, quien la conoce sabe bien de lo que hablo y mis padres que ya pasaban de los 50 resistían pacientemente. Justo ahora me doy cuenta del tremendo esfuerzo que seguro hacían por amor a nosotros, y digo nosotros porque en la época que cuento se trataba de mi hermano y yo era un simple espectador, pero la verdad es que también disfrute de la misma libertad cuando me llego mi hora. Debe haber sido difícil de conciliar tener un hijo roquero, y con pelo largo, con las orientaciones del partido que tildaban de diversionismo ideológico oír a los Beatles o llevar melena, aquello era mucho mas que una orientación del partido, no eran raros los casos de lugares donde la policía del pueblo le echaba mano a un melenudo en la calle y lo pelaba a la fuerza en la estación de policía, o que expulsaran a alguien de la universidad por escuchar la música del enemigo, todo en nombre de la justicia revolucionaria, la unidad y la lucha de clases. Cómo se las arreglarían mis padres para acomodar esto en su cabeza, es algo que nunca les he preguntado y ahora quizás ya sea demasiado tarde para hacerlo. En medio de aquel ambiente crecí y desde pequeño imitaba a mi hermano, había días que arrancaba a poner música a las nueve de la mañana y no paraba como hasta la una, siempre en un tocadiscos viejo que había en casa y que era como una maleta, la tapa era el altavoz, de color gris, me parece estarlo viendo, creo que aún esta en algún rincón por casa de mis padres, donde no se tira nada, no fuera a ser que luego hiciera falta. Tenia una colección de discos para mi uso muy variada, cuentos infantiles grabados en los años 50, algunos de 33 rpm y otros de 72 rpm, estos últimos de color rojo, ahí escuché "La caperucita roja", "Los tres cerditos" , "Cenicienta", "Estudios para piano de Chopin", "Rapsody in Blue" de Gershwin, "La orquesta Aragón", "Carlos Puebla", y muchos otros que no recuerdo. Había un disco de 45 rpm que tenia “La internacional” por una cara y por la otra una pieza que decía “…ese monstruo sin piedad, que es la guerra imperialista, se ha llevado a muchos niños, y hoy nos vuelve a amenazar…” creo que se llamaba "Todos los niños del mundo", aquella letra era como la banda sonora de una película de terror, ahora lo pienso y no se me ocurre otra cosa más que fuera inspirada por el terror revolucionario, no se como no me traumaticé y junto conmigo toda la generación que escuchó semejante bazofia, aunque pensándolo bien quizás se salieron con la suya, y sí, nos traumatizamos. La infancia de mi generación esta llena de cosas como esta, cada día de nuestra vida escolar empezaba con un “pioneros por el comunismo, seremos como el Che”, quizás ahí este una de las claves para entender como se maniato la voluntad y las ansias de libertad de más de una generación.
Han pasado más de 30 años y aún mi hermano sigue siendo un melómano incurable, se mudo de país, aunque no de hemisferio, ya peina canas y es abuelo, en el piso hay unas marcas que señalan donde colocar los altavoces . Mis padres aún están en Cuba, ellos siguen escuchando la misma música. Por mi parte yo también cambié de cielo y pagué ese y otros precios para ser libre, no sé que habría sido de mi vida sin aquellos discos y aquella música que mi hermano me enseñó a apreciar y atesorar, escucharlos era una afirmación de independencia y ansias de ser, eran el sonido de la libertad, de un mundo diferente, lejano, prohibido y seductor, también doy gracias a mis padres por dejar junto a Carlos Puebla y La Internacional a Chopin y a Gershwin, quizás sin proponérselo, todos me mostraron que el mundo era mucho más complejo que el monstruo imperialista y la lucha de clases. Gracias a mi familia por esbozar la banda sonora de mi vida.

viernes, 19 de junio de 2009

Adagio

jueves, 18 de junio de 2009

Monólogo

Con Menudos Pedazos solo deseo hablar de mi. Aún cuando el tema sea lo mas alejado de mi humanidad que pudiera imaginar, solo deseo hablar de mi......... conmigo. ¿Están todos de acuerdo? Por unanimidad decidimos empezar este monólogo, yo y ese otro que se parece tanto a mi.

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