domingo, 6 de mayo de 2012

La gradualidad de la experiencia.

Hace unos días hablaba con unos amigos católicos acerca de la evangelización y en medio de la conversación surgió la expresión “gradualidad de la experiencia” que no se refería a otra cosa que al hecho de que en temas de fe debe haber una especie de cuidadosa aproximación a la misma según el grado de conversión, o ausencia de esta, de la persona que se acerca a ella, hay  que adecuar la experiencia que se brinda al estado de quien la recibe con la intención de que no quede abrumado por aspectos profundos de la fe, que requieren un largo proceso de búsqueda y reflexión interior, sin antes haber experimentado las cosas más básicas y que constituyen los cimientos de ese edificio espiritual. En otras palabras, no tiene sentido hablarle de  la teoría de la relatividad a un niño que aún no se ha aprendido las tablas de multiplicar.
Pero que nadie se espante, no es de religión de lo que quiero hablarles sino de a lo que esta conversación me condujo. Resulta que como en todos los ámbitos de la vida humana, son personas las que  ponen en práctica las ideas, y por muy sensatas que estas parezcan siempre existe el riesgo de que las manipulen e interpreten para su propio beneficio. Hay un punto en particular que me gustaría hacerles notar y es el hecho de que este concepto, el que da título a este post, implica que existe la posibilidad de que, ya sea por su propia necesidad de control, o en el mejor de los caso ignorancia, unas personas que tengan la autoridad de, después de hacerse un juicio sobre el conocimiento, sensibilidad, etc. de otras personas,  determinar que cosas podrían o no experimentar estas,  terminen negándoles la posibilidad de decidir por si mismas e irrespetando su libertad y dignidad personal, escudándose para ello en la gradualidad del conocimiento. Cuando las cosas van en esta dirección es porque el mal de fondo es que no se reconoce al otro como un igual en cuanto a derechos y potencialidades. Todo esto me hizo pensar en  Cuba.
Sobran ejemplos de control de la información a lo largo de estos 50 años, desde  pasar por alto que el hombre llegó a la luna y hacer como que eso no pasó, hasta mandar a pelear a miles de hombres,  guerras en África, sin consultar a nadie. Sobran los ejemplos de ese control descarado de la vida de todo un pueblo por un grupo de villanos iluminados, pero lo curioso es que de cara al interior de Cuba el discurso se ha intentado suavizar con argumentos que entroncan perfectamente con esta gradualidad de la experiencia a la que hacía referencia. Recuerdo que estando en la universidad un personaje del partido se reunió con el estudiantado para recoger sugerencias acerca de la calidad de la educación, eran los años de la Perestroika en la URSS, a mi se me ocurrió pedir la palabra y preguntar por qué en los libros de historia no se hacía referencia a lo que había ocurrido en Hungría en el 56, o en la primavera de Praga del 68, o más recientemente en Polonia con Solidaridad. El funcionario del partido estaba perplejo, no sabía que contestarme, al final terminó echando mano del argumento de que eso se hacía para proteger a los jóvenes de interpretaciones erróneas, que eran temas muy complejos pero que esas experiencias si eran debatidas en las más altas esferas del partido, que elevaría (palabra muy a la moda entre esos personajes) mi inquietud y bla, bla, bla. También escuche más de una vez decir que los cubanos no podíamos tener dólares para protegernos de las tentaciones del consumismo capitalista, o que no podíamos escuchar según que música porque eso dañaba nuestra integridad ideológica, vaya, que era diversionismo ideológico y había que proteger a los pobrecitos discapacitados mentales.

 Una expresión que resume estos ejemplos es aquella de “no estas preparado para…”, solo los elegidos, y encima, había que agradecer el sacrificio a nuestros líderes que se exponían a tan grandes riesgos.
Hoy el discurso no ha cambiado mucho. Se habla de transición, de liberalizar la economía, de otorgar algunas libertades, pero con mucho cuidado, todo tiene que ser de forma “gradual,” para proteger a nuestro pueblo, y a la Revolución (que ellos dan por supuesto es una cosa que esta por encima del resto de los mortales y que todos sabemos que cuando hablan de Revolución solo se están refiriendo a los intereses del grupo de iluminados que están en el poder y que deciden la cuota de libertad que le corresponde a cada cubano). Dicen que van a flexibilizar la política migratoria, pero… “gradualmente”, para que el vértigo que produce el encuentro con la libertad  no le produzca un infarto cerebral a nadie.
Recuerdo que mis primeros días en libertad los viví en la ciudad de México y aproveché para ver algo de la riqueza cultural de la ciudad, así que me fui en el metro hasta el Zócalo, cuando salía a la superficie me sorprendió una música que inundaba toda la plaza a gran volumen, era la canción que Carlos Puebla le dedicó al Che, no pueden imaginar mi sorpresa y el susto que me llevé, pensé que había estado soñando y que mi reciente fuga del castrismo no era tal.  No demoré mucho en averiguar de que se trataba, era un plantón de estudiantes izquierdozos, que reclamaban no recuerdo que cosa, y que estaban allí acampados bajo unas carpas, con todo aquello lleno de carteles donde abundaban la hoz y el martillo, había un par de policías cuidándolos y el resto de la plaza estaba lleno de turistas y nacionales dedicados cada uno a lo suyo e ignorando en su generalidad el famoso plantón. Yo desde mi recién estrenada libertad, y que además creía que tenía claro lo que debía ser el juego democrático, debo confesar que me costó procesar esa realidad y entenderla, fue mi primera lección de democracia, de respeto a la opinión del otro aunque no la comparta, es una lección que no he olvidado y no hubo nada de gradualidad en el asunto.



La libertad y el derecho al ejercicio democrático como expresión de esa libertad es condición básica para el desarrollo personal y social, Esto está en los cimientos de nuestra vida, a vivir bajo sus reglas se aprende haciendo y para eso hay que empezar cuanto antes. Todo lo que se interpone en ese camino no son más que estrategias de control, pretextos que parten del desprecio por los semejantes y cuyo único fin es la ambición personal y las ansias de poder de unos pocos.

Nota: publicado previamente en El blog de los 4 gatos.

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