viernes, 21 de mayo de 2010

El campeón.

El tren se acerca a la estación, como cada día está cerca de la última puerta del último vagón. Estuvo lento poniendose el abrigo y eso le hizo perder unos segundos, al avanzar, por el pasillo, se percató de que ya había unas 11 personas bloqueando la salida. Aminora la marcha, se detiene, se abren las puertas y se inicia la estampida. Se acerca una multitud de frente, el andén es estrecho, intenta adelantar a los primeros por la derecha, no puede, una anciana le bloquea el paso, se mueve a la izquierda, se apresura y logra vencer el obstáculo, adelanta a otras dos señoras que van animadamente conversando, sigue avanzando, cuenta las personas que tiene delante, y que ya se aproximan al túnel de salida, una recta de unos 150 metros, son 7, va en octavo lugar, se dice que estar entre los 10 primeros es un buen resultado, pero no es suficiente, apresura el paso, el túnel, en el tramo inicial, es cuesta arriba, un grupo de tres turistas es el objetivo más cercano, van cargados de maletas, es fácil, ya los adelanta, es el quinto, termina la cuesta. Se inicia un descenso, que sabe es crucial, delante ahora tiene una rubia con unas nalgas bien dibujadas y, en ellas, mucho ritmo, se distrae, la adelanta también, tiene una cara bonita, ya es cuarto, un esfuerzo más y entrará en medallas, ya le da alcance al tercero, los dos primeros ya se acecan a la salida, el que va segundo inicia una carrerita, ¡descalificado!, no se puede correr, ya sólo tiene una por delante, una muchachita que parece que vuela, ya está en la salida del túnel, no la logra sobrepasar, no importa, esta es sólo una meta volante, la definitiva está en la escalera que conduce a la calle, ya se acerca, le bloquea el paso un grupo de personas que viene bajando , está a sólo dos o tres escalones del final, la muchacha supera de un salto los dos últimos; nueva regla, eso es ilegal, está descalificada. ¡Victoria!, ¡Victoria!
Ya en la superficie, el sol golpea su rostro de vencedor, e imagina que una multitud le aplaude sin cesar. Se arregla la corbata y se dirige rumbo a casa, en medio de una ciudad que, indiferente, lo ve pasar. Lo que sigue ya lo sabe de memoria, mamá lo estará esperando con la comida servida, luego las noticias, intenta que su madre lo deje a solas, un buen baño, se encierra en su cuarto, internet, entra a dos o tres foros donde, bajo el seudónimo de "El Campeón", habla pestes de los Estados Unidos, defiende el socialismo del siglo XXI, el Chavismo, a Evo Morales, y su favorito; Fidel y la revolución cubana. Abruma a los foristas con las estadisticas más variadas, el récord de producción de leche de Ubre Blanca, la tasa de mortalidad infantil en el último año, cuantos niños mueren de disenteria en el mundo, etc. Tiene varias carpetas de información que corta y pega sin cesar, se pasa frente al ordenador tres y cuatro horas, termina siempre en una página porno, se masturba a sólas y fantasea con ir a Cuba de vacaciones, acostarse con dos mulatas y pedirle matrimonio a una tercera, frente a los restos del Che, en Santa Clara. Cerca de la media noche, exhausto, cae en la cama. Como cada noche el Che se le aparece en sueños. En la mañana suele sentirse confundido al recordar, que tuvo una erección, cuando el Che le dijo al oido, "Hasta la victoria siempre, campeón".

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