domingo, 9 de mayo de 2010

Segundo domingo de mayo.

Acababa de terminar un pote de medio litro de helado, escudriñaba el fondo del vaso buscando no dejar ni una gota, se saboreaba, y en su interior comenzaba a abrirse paso un sentimiento de culpabilidad. Es entonces cuando se percata de cuanto le aprieta el pantalón, los botones de la camisa parecen que van a reventar, se mira en el espejo y apenas se reconoce. Es el segundo domingo de mayo, día de las madres. La culpa a ella de su comer obsesivo: “hay que comérselo todo, no puedes dejar nada en el plato”. Una y otra vez se dice a si mismo que no puede parar de comer. El recuerdo de su madre cruza su mente, “este niño si tiene buena boca, se lo come todo”, en la mesa los elogios estaban siempre garantizados, comer, y comer, y comer.

Es el día de las madres y mamá no está, quedó allá, en la isla innombrable, una lasca de queso, un poco de mermelada de fresa. Mamá no está, se quedó sola, convive con otros, buenos, pero extraños, qué habrá comido hoy. Mamá no está, y él sigue engordando, lejos de ella, soñando caricias y besos que nunca fueron, lastimándose para perdonarse. Mamá no está, y la extraña.

2 comentarios:

  1. Cono esto esta fuerte , muy bonito Angel. Me gusto esto mucho, me gusta la manera que relatas las cosas. Haces que me haga una pelicula en mi cabeza, me meto adentro de el cuento. Espero esta critica sirva de algo. Sigue, no pares de escribir ok.
    Saludos

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  2. Gracias socio, un abrazo, es casi seguro que te vea el mes próximo.

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