Toda flor se marchita y toda juventud
cede a la edad; florecen los peldaños de la vida,
florece todo saber también, toda verdad
a su tiempo, y no puede perdurar eterna.
Debe el corazón a cada llamamiento
estar pronto al adiós y a comenzar de nuevo,
para darse con todo su valor más firme
alegremente a toda forma nueva.
Y en cada comienzo está un hechizo
que nos protege y nos ayuda a vivir.
Debemos ir alegres por la tierra
sin aferramos nunca como a una patria;
el espíritu no quiere encadenarse.
Grado a grado, nos eleva y ensancha.
Apenas se acomoda nuestra vida
y nos confiamos, todo se disuelve;
sólo quien está pronto para irse
puede escapar del hábito que mata.
Nos enviará de nuevo a espacios nuevos,
el llamar de la vida nunca tendrá fin...
Tal vez la hora de la muerte aún.
¡Arriba, corazón, di, pues, tu adiós y sana!
Hermann Hesse.
Ah muy bueno, justo lo que necesitaba escuchar (o leer).
ResponderEliminarSaludos
Hace unos 21 años lo leí por primera vez y desde entonces me ha acompañado en los momentos en los que he necesitado darle un giro a mi vida o vencerme a mi mismo. Hermann Hesse es de mis autores favoritos. Un abrazo y saludos.
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